domingo, 25 de junio de 2017

Los comensales.

Diecisiete comensales acomodados en comedor gastado, enfrentados y  acicalados.
Ricas viandas por servir, cada uno un plato y el resto a repartir.
Poca ensalada pero bien aliñada. 
Las señoras pescado, alguna salado. 
Los señores prefieren cordero, 
pichón para el más glotón.
A la derecha, perdiz y solomillo, 
a la izquierda, paté y empanada, 
más allá, patatas al pegotón
y en el centro, lomo embuchado. 
De postre fruta escarchada, 
- ¡que no falte de nada!,- grita un invitado. 
Licores de finas hierbas, café, copa y puro. 

Llega la cuenta, miradas ausentes que buscan vacíos. 
- ¡Señores!, ¿quién paga?. 
- Lo más justo es que pague quien más haya comido - espeta un comensal. 
Otro dice que procede más pagar a partes iguales. 
Otro advierte,  -los que más tienen que abonen lo de todos,  sería lo normal-.
Y otro comenta que él solo paga su cuenta.

- ¡No queda otra! -,  dice un lumbreras,-
habremos de llegar al consenso, y si no,  comisión. 
- Votemos pues, y que sea por unanimidad, 
que levante cada uno su mano... 

Votar ya han votado, - y ¿que fué del resultado?.  
Pues a cargo del pueblo y que pague el ciudadano.

miércoles, 14 de junio de 2017

Soneto nº 1 de mi alma triste.

Has empezado sin mí a madurar, 
no me aguardas puesto que ya destacas, 
como prefieras, sin trabas ni estacas, 
toma camino, no ansío turbar.

Singular caminar en mundo hostil, 
místico amor, ferviente religión. 
Tres amigos, ¡uno eterno en procesión!;
¡protégelo en su juventud febril!

Desbroza mil senderos a tu paso, 
herramientas te di, ni oro ni plata, 
Equivócate, cae, mas... ¡levanta!.

A distancia, en penas, llantos y al raso;
tu sombra, ángel de la guarda que acata, 
mi aliento te sigue y no se quebranta.

domingo, 11 de junio de 2017

Palabras al viento

Pocos lances ofrecióme la vida para mostrarte, amada mía,
que podría ser como ansié en mis ensoñaciones veladas,
demostrarme que amé hasta saber que tú también me amabas,
que mi imperfecta humanidad, agujereada como celosía,
que deja ver sin ser visto, por miedo a ser revelado 
dejando escapar lo mejor, o tal vez lo peor de mi ánima herida.

Cuando apenas comenzaba a labrar nuestra suerte
no diste tiempo, tan preciso como es, para dejarme prenderte.
Si no te amé, amado me sentí,
si no te sentiste amada, culpable, te juro que no fui.

Deja que el viento responda a mis cuitas,
¿cuándo anduvimos caminos que nos acercasen?
¿cuándo el aire se templó rozando tu atezada piel?,
¿cuándo fuimos uno y no cientos?; ¡no espero que lo admitas!.

¡Y cuanto amor perdiste, alma mía, sin saber que con él segabas mi vida!

Quién te puso Salvaora

Cantaba en blanco y negro Manolo Caracol, una magnífica copla de Quintero, León y Quiroga, que rezaba en su flamenca letra aquello de: &q...