sábado, 23 de junio de 2018

Master Choff!


Siempre me ha gustado comer bien, quien me conoce, lo sabe.
Gracias a Dios en casa nunca se pasó hambre, al contrario que mis abuelos yo no conocí día sin cena y cenas sin huevos; ellos, adolescentes en guerra civil, conocieron hambruna y cuando había algo de alimento, aunque fuesen mondas o restos de basura, se comía y se callaba, ¡cuestión de sobrevivir amigos!.
Llevamos un lustro viendo en televisión como los grandes cocineros españoles, que ahora se llaman chefs, se vanaglorian de sus saberes ante otros cocineros, aprendices y aficionados a la cocina que compiten entre sí por elaborar la vianda más suculenta y el mejor emplatado. Para ello se presentan como líderes incuestionables, incontestables, infalibles, que buscan el menor error del concursante para arrastrarlo por el lodo y humillarlo, como hizo el tal Jordi, cocinero con tres estrellas Michelin y múltiples libros de auto-ayuda publicados, pero con ninguna estrella en educación. El caso en cuestión, es que al Sr. Cruz Más no le pareció adecuado el plato presentado por un joven concursante al que llamó "Pablito" antes de emitir el veredicto rompiendo y estrellando la porcelana contra la mesa, sin haber probado ni un solo bocado, así es, la humillación pública en televisión pública; ¡y luego nos quejamos de que los chavales a temprana edad hacen bullying a otros chavales!.
Con la comida no se juega, eso decía mi abuela, que después de trabajar se ponía a cocinar con cariño para que su familia y cualquier vecino que pidiese pan, comiese aquel día caliente, y es que en aquella época se compartía lo poco que se tenía en el encalado patio de vecinos. Todos apreciaban el esfuerzo de la abuela en la cocina y jamás nadie la insultó volteándole un plato, claro, ninguno de los allí presentes tenía estrellas Michelin, pero si hambre y también respeto.
Hemos pasado de la buena mesa, con alimentos frescos y bien cocinados a las estravagancias culinarias para "aparentones y aparentonas" sin hambre de verdad, gente que posturea en redes sociales, selfie incluido, de comer en este o aquel restaurante cuyo chef tiene más estrellas Michelin.
Se olvida que el ser humano se alimenta para vivir, no vive para alimentarse, se olvida que aún hay millones de personas que pasan hambre, personas que se comerían de buena gana la comida despreciada por el gran Jordi Cruz, quien aún no ha entendido que el hambre se sacia mejor con carne y legumbres que con erizo fosilizado sobre mantequilla de plancton y col rizada infusionada en agua marina.

Que Dios nos guarde.

Quién te puso Salvaora

Cantaba en blanco y negro Manolo Caracol, una magnífica copla de Quintero, León y Quiroga, que rezaba en su flamenca letra aquello de: &q...