domingo, 12 de abril de 2020

Un pangolín en Moncloa.


El pangolín, mamífero placentario, nocturno, de cabeza estrecha, larga y pegajosa lengua con la que atrapa a los insectos, no tiene la culpa, al igual que el presidente Sánchez, del nacimiento o creación del COVID-19. El pangolín no tiene los medios, el raciocinio ni la inteligencia para ocasionar tanta muerte y enfermedad, en cambio, su mejor arma es un caparazón duro, formado por escamas queratinosas a modo de armadura, que lo protege de los embates frente a la salvaje vida diaria. En el caso Sánchez, con algo más de inteligencia, aunque solo sea para el plagio, su armadura son las televisiones, radios y periódicos que arropan sus delirios de poder, bajo la repetición incesante de mentiras como si fuesen mantras, hasta que estos se filtran en la permeable y dúctil opinión pública para hacerse tangibles e incluso elegibles.

Cuando a una conspiración comunista se une un gobierno de ineptos populistas, dirigidos por dos pangolines escamados, tenemos parte del argumento para una novela negra, fabulada y de enredo, también para una realidad funesta. Las cifras del guion son abrumadoras al día de hoy, con mas de 16.900 muertos en España y 166.000 infectados (que sepamos), hemos adelantado a Italia en cifras negativas, incluso teniendo menor población y con casi dos semanas de adelanto, para reaccionar ante una pandemia, ya que el gobierno italiano avisó inmediatamente al resto de Europa de la propagación. En el caso chino, los avisos fueron aún más prematuros, comenzamos a conocerlos en diciembre de 2019; hasta el eminente cirujano Pedro Cavadas avisaba en una entrevista realizada en enero de 2020. ¿En qué estaba pensando el pluralísimo gobierno de España?, ¿Cuándo pensaban ponerse a trabajar para hacer frente con vigor a esta crisis mundial? Yo les responderé, tarde, muy tarde.

Pronto habrá que hacer uso de las cunetas, aún sobreexplotadas por ciertos partidos, para enterrar a los muertos que a diario se lleva este coronavirus con los pies por delante, y sin despedirse de sus familias. También habrá que buscar sitio en esas cunetas, o en El Escorial, ahora que hay hueco, para albergar cadáveres de autónomos, extremidades de pequeños negocios, vísceras del sector turístico y un innumerable glosario de restos de mil naufragios que han visto arrasadas sus expectativas de negocio, sus planes de futuro y por supuesto, sus ingresos económicos. Esto es un suma y sigue en la inagotable cuenta de gastos que ya arrastramos, porque aunque se nos quiera vender que económicamente España va bien, no es cierto, no hay brotes verdes, a la enorme deuda pública que arrastramos (1,2 billones de euros, el 98% del PIB), en gran medida originada por el apoyo otorgado en años anteriores a la banca privada, sumaremos en breve un endeudamiento de infarto, un desangrado económico por la mala gestión sanitaria, política y social.

Cementerios llenos, hospitales desbordados, UCIs saturadas, sanitarios en plena guerra sin defensa ni trinchera, fuerzas de seguridad y militares dándolo todo, como siempre, familias separadas, una parte de España doblando turnos y el resto, en casa, guardando nuestra salud y la de nuestra familia, colaborando en lo que se pueda y sin poder ganar un solo céntimo, niños y adolescentes encerrados, cursos incompletos, adictos a Netflix, Amazon, a la televisión, a la mentira dicha desde un atril con micrófono y flashes; se llama social-comunismo y es la forma de gestión de un nuevo gobierno con 23 ministerios, el de España. 

No culpo a este gobierno "Picapiedra" (Pedro/Pablo), de la creación del COVID-19, eso lo dejaré para una auténtica conspiración, posiblemente artificiada desde un imperio plagado de dinastías, o quizás, desde el oeste americano, el tiempo lo dirá. De lo que sí es culpable el Estado, es de no proteger, de no adelantarse, de no ser proactivos frente al daño que pudieran sufrir sus ciudadanos, de no prever, de no actuar, de mentir, de falsear, de manipular con fines propagandísticos como fue el 8 de Marzo, de enviar “infantería” a manifestaciones como a cámaras de gas, de incitar a miles de personas a concentrarse cuando ya conocían el medio de propagación del virus, ¡ni a Himmler se le hubiese ocurrido tal barbarie!


El binomio Sánchez/Iglesias ha redefinido los términos de estado fallido; su falta total de reacción, su nula operatividad, su desidia ante una emergencia mundial, su ineficacia operativa en gestión de compras, su nula capacidad logística, sus tergiversaciones, han demostrado la ineficacia de la élite dirigente, han construido las coartadas suficientes para convertirse en oligarcas mediocres, opacos y sin honor, sin sentido de estado y desde luego, absolutamente irresponsables.

El 8-M verdaderamente será una fecha para recordar, como lo sigue siendo el 11-M, fechas que quedarán marcadas de negro azabache en el calendario, fechas de funerales, en una se perdieron vidas en Atocha, el honor, la dignidad y la vergüenza de un gobierno, en el caso de la manifestación feminista. 

Pero reconozcámoslo, para ser justos, todos sabíamos que el pangolín nunca tuvo vergüenza porque jamás la conoció.


Que Dios nos guarde.

Este artículo fue escrito el 12/04/2020. 
En el día 27/04/2020 las cifras oficiales son:
23.521 muertos y 209.465 contagiados.


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