sábado, 29 de abril de 2017

Necesidad de memoria histórica

En la mayoría de los pueblos y ciudades españolas y tras diez años de la aprobación de la Ley 52/2007 de 26 de diciembre, la famosa y penosa Ley de Memoria Histórica, los alcaldes han cedido, cambiando nombres de calles y plazas con el agrado de los partidos poco dados a la cultura histórica. Atrás quedaron los días para que los intelectuales, humanistas, universidades y profesionales, elevaran sus quejas para no permitir tal norma, nuevo fiasco de la intelectualidad española. No me cansaré de repetir que las raíces de un pueblo son su historia, buena o mala, con derrotas y victorias, con claros y oscuros, con guerra y paz. Como contemporáneos de nuestra era, debemos aprender a ver la historia como quien lee un libro y aprende de sus páginas, sin posicionarnos en un bando o en otro de las contiendas que emergen tras siglos pasados, seamos lectores inteligentes, nuestra historia ofrece grandes enseñanzas sin tener que eliminar los pasajes que no agraden al político de turno, esto también es censura.
Cambiamos los nombres de las calles intentado borrar nuestro pasado, nuestra historia y nuestro patrimonio cultural, -esta no es forma de avanzar-, diría un buen psicólogo, -asuma quién es, cuál es el problema y luego avance-. 
Se apresuran a cambiar el nombre de calles como "Mártires"; ellos han sabido rápidamente que los fallecidos eran de la guerra civil, no sé de que bando, pero muchos de nosotros nos preguntamos si podrían haber sido otros los mártires que murieron en el pasado y se homenajeaba así su recuerdo, siempre anónimo. 
Ahora se homenajean a figuras locales, pero cuidado, poner el nombre de un torero a una calle es una temeridad en la España actual, es como pedir a Jack "el destripador" que te afile unos cuchillos. Los toreros, según los anti-taurinos, son asesinos de toros, así pues, cuando estos grupos de presión, más que de interés, agiten sus pancartas frente al ayuntamiento, veremos como en sesión plenaria, todos, hasta la oposición, vaya a ser que alguien les diga que se oponen, correrán a cambiar el nombre por el de algo más neutro, algo que "no aliente odios", algo como pueden ser los números, como los estadounidenses en su querida New York.
No piensen que no habrá críticas de distintos sectores ya que los números utilizados pueden ser árabes o también romanos y claro, los españoles tenemos historia común con ambas civilizaciones y,......volvamos a empezar.

Que Dios nos guarde.

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